El
mito mueve al hombre en la historia
Alan Pelayo Soriano
Sartrereano1@hotmail.com
“Sin un mito la
existencia del hombre
no tiene ningún sentido histórico.”
José Carlos Mariátegui
INTRODUCCIÓN
Muchos
han adjudicado al marxismo de un economicismo. Según ellos, el análisis marxista
se reduce solo a las fuerzas productivas, al modo de producción, las formas de producción,
el valor de uso – valor de cambio, trabajo concreto – trabajo abstracto, plusvalía
absoluta – plusvalía relativa, etc.; y cómo esto se refleja de modo automático en
la conciencia social, siendo ésta una mera expresión del hecho material. A toda
acción hay una reacción. A toda acción material hay una reacción ideal.
Esta
forma de concebir el marxismo expresa serias dificultades de compresión. Sufre de
un gran desenfoque teórico, sin tener certeza de la relación adecuada entre el ser
social y la conciencia social.
Podemos
plantear ciertas hipótesis de porqué se tiene esa mala-comprensión. Puede ser por
la posición de clase[1]
que asumen de modo consciente o inconscientemente. Generando un rechazo a priori,
a todo lo que es comunismo, izquierda o marxismo. También puede ser por la concepción
metafísica del mundo, que es la concepción mecánica, estática y unilateral de cómo
se concibe la realidad. Esto genera la mala interpretación de la concepción científica
del proletariado. La primera hipótesis es política y la segunda filosófica; entre
las dos hay una relación estrecha que se desenvuelven bajo intereses sociales. Esto
puede tener ciertas repercusiones históricas – políticas.
En
el presente trabajo no vamos a desarrollar estas hipótesis, porque nuestro interés
principal es criticar y analizar si hay un determinismo economicista dentro del
marxismo clásico[2]. Además,
proponer que la conciencia social es una fuerza espiritual que mueve al hombre a
realizar acciones heroicas y que esta tesis no es opuesta al marxismo, todo lo contrario,
se compaginan en una relación dialéctica entre la conciencia social y el ser social,
entre la superestructura y la estructura, entre el pensar y el ser. Y como la conciencia
social, la superestructura o el pensar pueden cumplir un papel importante en los
procesos históricos y sociales. Lenin manifiesta lo siguiente: “Sin teoría revolucionaria, no puede haber tampoco
movimiento revolucionario.”[3]
Esto significa que la teoría tiene un papel importante en las acciones, y ésta tiene
que guiar en base a una doctrina porque si no andarán a ciegas, cayendo en oportunismo
y en una práctica vulgar. Lo que en política puede generar errores para la organización
del proletariado, por eso “… solo un partido
dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de combatiente de
vanguardia.”[4] Mao
Tse Tung desarrolla esta tesis generalizando: “Cuando la superestructura (política, cultura, etc.) obstaculiza el desarrollo
de la base económica, las transformaciones políticas y culturales pasan a ser lo
principal y decisivo. ¿Estamos yendo en contra del materialismo al afirmar esto?
No. La razón es que, junto con reconocer que, en el curso general del desarrollo
histórico, lo material determina lo espiritual y el ser social determina la conciencia
social, también reconocemos y debemos reconocer la reacción que a su vez ejerce
lo espiritual sobre lo material, la conciencia social sobre el ser social, y la
superestructura sobre la base económica. No vamos así en contra del materialismo,
sino que evitamos el materialismo mecanicista y defendemos firmemente el materialismo
dialectico.”[5] En
ese sentido, no solo está en la teoría, sino en la cultura, en la política y en
el arte; que pueden ser instrumentos revolucionarios para transformar el alma de
los hombres.
Es
José Carlos Mariátegui uno de los grandes baluartes de esta exégesis marxista. Quien
impregnó un sello original y creador a su pensamiento. Aportando una riqueza intelectual
en sus diferentes facetas como político, analista o ensayista. Y en esta oportunidad
vamos a rescatar su pensamiento de esa visión estrecha que le han adjudicado algunos
intelectualoides a sueldo.
Entonces,
para hacer esta defensa, el ensayo va a girar en torno a esta obra: El alma matinal y otras estaciones del hombre
de hoy. En dicha obra encontramos la exaltación del élan, el mito o la religiosidad;
y cómo Mariátegui trabaja el lado subjetivo, espiritual y la voluntad, dejando de
lado esa visión rígida y mecánica. También, acudimos al pensador italiano Antonio
Gramsci, que en su época tuvo que combatir ideológicamente con ese “marxismo” de
corte positivista, esa vulgarización marxistoide de corte académico. Además de las
obras de Nietzsche, Foucault, entre otras; para relacionarlo con las del marxismo.
EL DISCURSO[6]
SOBRE EL REDUCCIONISMO “MARXISTA”.
En
esta re-visión “marxista” hay un campo de enunciados que se relacionan entre sí,
relaciones que construyen significación. Generando la desfiguración de la esencia
del marxismo. Estos enunciados son: 1) Economicismo… Hablo, más bien, de una aproximación
teórica específica que tiende a ver en las bases económicas de una sociedad la única
estructura determinante. Esta aproximación tiende a ver todas las otras dimensiones
de la formación social como un simple reflejo de “lo económico” a otro nivel de
articulación, y algo que no tiene un poder estructurante o determinante en propiedad.
2) El reduccionismo teórico: simplifica la estructura de las formaciones sociales,
reduciendo la complejidad de su articulación, vertical y horizontal, a una sola
línea de determinación; simplifica incluso el concepto de determinación – que en
Marx es una idea muy compleja – volviéndolo una función mecánica.[7]
Esto
son dos enunciados que distorsionan el objeto teórico. Es una construcción dentro
del campo discursivo que altera la doctrina marxista. Los orígenes los podemos encontrar
en una situación clasista, aunque el mismo Foucault no lo quiso asumir, consideramos
que en el fondo guía esta construcción discursiva. Son los intelectuales de la burguesía,
que explícito o implícitamente, cumplen una función que es la de confundir, tergiversar
y alterar la doctrina del proletariado; para desviar la lucha, la historia y el
progreso social. Que incluso, epistemológicamente,
son capaces de afirmar que en la historia no hay leyes sociales. La razón es simple
y sencilla: eternizar el statu quo y no predecir científicamente el cómo y el porqué
de la destrucción del monopolio del capital.
Sin
embargo, en el marxismo clásico no hay mecanicismo ni reduccionismo, esto es la
visión metafísica del mundo. Filosóficamente, esto es incorrecto, va en contra de
la dialéctica materialista, y de la ley universal: la unidad y lucha de contrarios.
Donde hay una relación dinámica, interactuante e interrelacional entre dos polos
contrarios; transformándose mutuamente el uno en el otro, siendo una lucha constante
por predominar el uno frente al otro; pero siempre uno es dirigente y el otro subordinante
y ese otro, bajo ciertas condiciones, pasa a ser dirigente; hasta resolver el problema
concreto. En palabras de Carlos Marx sería así: “La coexistencia de dos lados contradictorios, su lucha y su fusión en una
nueva categoría constituyen el movimiento dialéctico. El que se plantea el problema
de eliminar el lado malo, con ello mismo pone fin de golpe al movimiento dialéctico.
Ya no es la categoría la que se sitúa en sí misma y se opone a sí misma en virtud
de su naturaleza contradictoria, sino que es el señor Proudhon el que se mueve,
forcejea y se agita entre los dos lados de la categoría.”[8]
En esta cita podemos encontrar que el señor Proudhon no comprende la dialéctica,
él solo lo ve dos cosas aisladas, que no tienen interconexión e interacción; por
un lado está el mal y por el otro el bien, pero no comprende que el uno puede convertirse
en el otro y viceversa. Esto aplicado a la sociedad sería, solo lo económico, pero
no la ideológico; solo el ser social, pero no la conciencia social. Grave error
que “los marxistas de salón” no han podido captar, tergiversando los principios
del marxismo. En ese sentido Engels manifiesta:
“…Según
la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina
la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos
afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico
es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta,
absurda. La situación económica es la base, pero los diversos factores de la superestructura
que sobre ella se levanta – las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados,
las constituciones que, después de ganada una batalla, redacta la clase triunfante,
etc., las formas jurídicas, e incluso los reflejos de todas estas luchas reales
en el cerebro de los participantes, las teorías políticas, jurídicas, filosóficas,
las ideas religiosas y el desarrollo ulterior de éstas hasta convertirlas en un
sistema de dogmas – ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas
y determinan, predominantemente en muchos casos, su forma.”[9]
Se
entiende, que para el marxismo la conciencia social cumple un papel importante dentro
del movimiento social e histórico, sin esto el hombre no puede luchar por alcanzar
sus objetivos; su vida no tendría razón ni sentido que lo muevan para transformar
el sistema de producción y reproducción del capital.
EL MITO COMO FUERZA
REVOLUCIONARIA
Los
grandes cambios históricos y el paso de una a otra sociedad no son productos de
una fuerza divina trascendente, tampoco es la simple llegada de la crisis económica;
porque si fuera así, los hombres esperarían, cómodamente en su sofá, la llegada
de una nueva sociedad. La sociedad tiene otro onto. Su ser se desenvuelve de modo
distinto a la naturaleza. Siendo la sociedad conformada por hombres, son estos,
que en su libertad, conciencia y derecho, deben actuar para que el orden social
se transforme en otro.
Para
hacerlo el hombre debe poseer un mito[10].
Esto significa que los idealistas no son los únicos que tiene fe, también los materialistas
la tienen. Para estos últimos, Dios ha muerto[11]
o simplemente es un invento humano, y lo que existe en el mundo es solo materia
en movimiento; pero a pesar de esto, no es impedimento para tener una esperanza,
una creencia. La distinción cardinal con los idealistas es que la fe materialista
no es trascendental – metafísica; sino social, histórica. Le pertenece a este mundo
concreto, y va acorde con las leyes sociales. “Los motivos religiosos se han desplazado del cielo a la tierra. No son divinos;
son humanos, son sociales.”[12]
¿Pero
qué se entiende por mito? Acudamos a Mariátegui y su ensayo El hombre y el Mito. Él es quien utiliza
este concepto y lo acopla creativamente al marxismo. Mito, en primer lugar, no lo
toma como un relato que se refiere a acontecimientos prodigiosos, protagonizados
por seres sobrenaturales o extraordinarios. En segundo lugar, no tiene una acepción
fantástica ni supersticiosa. Y, por último, no es a-histórico. Todo lo contrario,
Mariátegui lo utiliza como idea – fuerza que conduce a los hombres al combate, como
voluntad resuelta para la acción social, como una pasión que guía al ser humano,
como una actitud psicológica que da sentido a la existencia humana. “Sin un mito la existencia del hombre no tiene
ningún sentido histórico.”[13] Pero no solo esto, en Mariátegui, el mito tiene
una posición de clase y coincide con el proceso histórico. En sus palabras: “Lo que más neta y claramente diferencia en esta
época a la burguesía del proletariado es el mito. La burguesía no tiene ya mito
alguno. Se ha vuelto incrédula, escéptica, nihilista. El mito liberal renacentista,
ha envejecido demasiado. El proletariado tiene un mito: la revolución social. Hacia
ese mito se mueve con una fe vehemente y activa. La burguesía niega; el proletariado
afirma. La inteligencia burguesa se entretiene en una crítica racionalista del método,
de la teoría, de la técnica de los revolucionarios. ¡Qué incomprensión! La fuerza
de los revolucionarios no está en su ciencia; está en su fe, en su pasión, en su
voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del Mito.”[14]
Acá podemos apreciar, por un lado, que la clase burguesa, en esta época actual tiene
la ausencia de ideales históricos que le puedan seguir enrumbado para el desarrollo
de la sociedad. Sus ideales como la razón, la libertad, la igualdad y la fraternidad
han caducado; pertenecen al siglo XVIII. Y podemos agregar en la actualidad al Postmodernismo,
que niega toda verdad objetiva, las leyes sociales y la guerra al todo. En su contrario,
tenemos al proletariado que tiene optimismo para seguir combatiendo, con toda esa
voluntad creadora que le permite elevarse por encima de las demás clases para realizar
lo que la historia lo demande. La verdad y la exégesis está del lado del proletariado
que pugna por imponerlo.
CONCLUSIONES
El
determinismo económico es la visión burda del marxismo. La burguesía lo impulsa
para generar confusión dentro del movimiento social.
El
marxismo no se reduce al ser social, también considera muy importante la
conciencia social.
La
conciencia social como fuerza transformadora de la sociedad.
El
mito como ideas fuerza para realizar acciones históricas.
El
mito tiene una posición social y va acorde con el desarrollo histórico.
El
mito burgués está en decadencia.
El
mito del proletariado tiene una fortaleza social y está lleno de optimismo.
BIBLIOGRAFÍA
-
Carlos
Marx. La miseria de la filosofía. Editorial Progreso. S/F.
-
Lenin.
¿Qué Hacer? Editorial Pekín. 1975.
-
Mao
Tse Tung. Obras Escogidas. Tomo I. Editorial Pekín. 1971.
-
Michel
de Foucault. Arqueología del saber. Alianza Editorial. 1969.
-
Hall,
Stuart. La importancia de Gramsci para el estudio de la raza y la etnicidad.
Revista de Colombiana de Antropología. Volumen 41. 2005.
-
Marx,
Carlos y Engels, Federico. Obras escogidas. Tomo III. Editorial Progreso. 1974.
-
Federico
Nietzsche. Así habló Zaratustra. Alianza Editorial. 1974.
-
José
Carlos Mariátegui. Alma Matinal y otras estaciones del hombre de hoy. Editorial
Minerva. 1987.
[1] Hacemos referencia
a la burguesía que es enemiga principal del proletariado y por tanto del marxismo.
Es esa clase la que desfigura, tergiversa y confunde la doctrina marxista.
[2] Entiendo por marxismo
clásico lo desarrollado por Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao Tse Tung. Y no por
otros tipos de “marxismo” como es el caso de la Escuela de Frankfurt, el de Althusser,
el neomarxismo, marxismo crítico, marxismo del lenguaje o el posmarxismo.
[4] Ibid. Pág. 32.
[6] Entiendo esto dentro
de los supuestos teóricos de Michel de Foucault, que en
su obra Arqueología del saber, manifiesta: “Hacer aparecer en su pureza el espacio en el que se despliegan los acontecimientos
discursivos no es tratar de restablecerlo en un aislamiento que no se podría superar;
no es encerrarlo sobre sí mismo; es hacerse libre para describir en él y fuera de
él juegos de relaciones.”
[8] Marx, Carlos. La Miseria de la Filosofía. Editorial Progreso.
S/F. Pág. 93.
[10] Mariátegui utiliza
este concepto indistintamente como religión, esperanza, fe o creencia.
[11] Frase célebre del
filósofo alemán F. Nietzsche. Que se entiende como la eliminación de todo lo sobrenatural,
metafísico y aquello que enferma al ser humano.
[13] Ibid. Pág. 24.
[14] Ibid. Pág. 27.
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